La generalidad de expertos coinciden en que la falta de deseo en las mujeres es el problema relacionado con la sexualidad más frecuente que encontramos en todos los rangos de edades. Existen una gran variedad de factores que ayudan a explicar el desinterés hacia las relaciones en las chicas, pero no hay que olvidar que el deseo sexual hipoactivo o inhibido también se da en chicos y sin embargo ¿está igual de normalizado y estudiado?

¿Cuándo estamos hablando de un problema? La falta de deseo sexual, en contra de lo que pueda pensarse, no se relaciona con falta de interés hacia la pareja concreta, sino más bien con una disminución generalizada por el interés hacia el sexo. Se caracteriza por una ausencia o reducción notable de pensamientos, actitudes, fantasías y actos sexuales, por lo que se interrumpe el funcionamiento personal y emocional de quien lo padece, siendo esto lo que define el problema como una “disfunción”. Además, es muy frecuente que la persona lo viva con mucha ansiedad o tema que pueda ocasionar problemas en la pareja, al someterla a un habitual rechazo.

En primer lugar, es de especial relevancia comprender dónde puede estar el origen del problema. Las causas o factores biológicos deben ser descartados en primer lugar. Cambios hormonales importantes o el efecto secundario de algunos medicamentos (por ejemplo, antidepresivos o algunos anticonceptivos), pueden explicar momentáneamente una falta de interés sexual, así como la presencia de alguna enfermedad médica crónica sin diagnosticar adecuadamente. Sin embargo, la mayoría de los casos tienen su explicación en factores de tipo psicológico y social, y en otros muchos no se encuentra una única causa claramente identificable. Las causas más probables tienen que ver con la falta de deseo sexual tanto en hombres como en mujeres son:

-Altos niveles de estrés y ansiedad u otros problemas emocionales.

-Baja autoestima o insatisfacción con la propia figura corporal.

-Tipo de educación sexual recibida o estereotipos presentes (por ejemplo, creer que la actitud de la mujer en las relaciones sexuales debe ser pasiva o que él siempre tiene que iniciar las relaciones).

-Instalación de la rutina, habituación o falta de novedad y estimulación en las relaciones sexuales con la pareja.

-Poca variedad o el tipo de prácticas sexuales que la pareja realiza.

-Falta de comunicación o insatisfacción con algún aspecto relacionado con la pareja.

-Otros factores sexuales como por ejemplo, otro tipo de disfunción como la dificultad para llegar al orgasmo o el dolor en las relaciones íntimas.

No hay que olvidar que el grado de deseo también varía según la persona, no tanto conforme a los géneros. Está muy extendida la idea de que la mujer en general tiene menor deseo que el hombre, y han intentando explicarse estas diferencias a través de estudios hormonales o bioquímicos sin éxito alguno. Es probable que el papel sexual del hombre les haya predispuesto a expresar más fácilmente sus deseos en contra de la educación sexual más represiva para la mujer, que ha aprendido en mayor medida a no ser tan activa. Es por ello que el deseo sexual inhibido no debe normalizarse ni en hombres ni en mujeres. Sin embargo, precisamente por esas diferencias de roles, este problema está más comprendido en mujeres que en hombres, ya que de alguna manera, se da por hecho que ellas siempre tienen menos ganas, mientras que a ellos se les exige estar siempre dispuestos porque asumimos que siempre tienen ganas. En este sentido los hombres también sufren las presiones de los estereotipos creados ante los cuales “deben dar la talla” y su sufrimiento por este tema es equiparable al de la mujer.

¿Cuándo no es un problema? Puesto que hay importante diferencias individuales, cada pareja es un mundo aparte, y puede darse el caso de que uno de los miembros de la pareja sea más activo que el otro y tenga más interés sexual, sin que eso signifique que la pareja tenga un problema de falta de deseo, sino más bien que hay una diferencia dentro de unos rangos normales. Un deseo hiperactivo o una elevada exigencia sexual de la pareja no implica un problema de bajo deseo en el otro.

La respuesta sexual humana se modifica a lo largo de la vida, pasando por diferentes etapas, pero en todas ellas, el deseo debe estar presente. Dentro de una misma pareja sexual, la cantidad e intensidad de los encuentros sexuales suele disminuir con el paso del tiempo, pero se puede sostener una sexualidad placentera para ambos miembros si la relación de pareja está basada en la calidad de las relaciones, variedad de las prácticas y la asertividad sexual.

¿Qué se puede hacer? Lo recomendable es acudir a un especialista que haga una profunda y adecuada evaluación de la persona y de la pareja, para poder trabajar sobre unas pautas concretas. Desde nuestro punto de vista, lo más importante a considerar en una intervención serían los siguientes aspectos:

  • Información sexual adecuada. La cultura sexual ayudará a calmar mucha ansiedad y preocupaciones que se basan en una mala educación o información sexual (mitos, creencias preconcebidas, roles de género…)
  • Técnicas cognitivo-conductuales que ayuden a reducir el estrés y al ansiedad. A nivel corporal se sabe que la respuesta sexual es incompatible con la respuesta de ansiedad.
  • Flexibilización de pensamientos negativos, expectativas e ideas irracionales que hagan daño a la persona, afecte a su autoconcepto y, por tanto a su ejecución sexual.
  • Mejora de la comunicación en pareja: especialmente, con la liberación de la presión de que hay que tener relaciones sexuales “porque toca”, y retomando los momentos de erotismo, intimidad, complicidad que quedan olvidados por la rutina y la habituación.
  • Entrenamiento en focalización sensorial para fomentar la sensualidad y el descubrimiento de nuevas formas de encontrar el deseo aparte de la excesiva genitalidad.
  • Sexualizar el cerebro: es necesario entrenar el cerebro como el órgano sexual más importante que tenemos a través de la generación de fantasías, potenciación de la imaginación, autoerotismo, autoestimulación, búsqueda de material erótico…
  • Interconsulta con especialistas si hay interacción de fármacos.

 

 

“No faltan los sinónimos para nombrar el deseo sexual: libido, apetito, ansia, excitación, pulsión…pero su definición continúa siendo confusa” Anne de Kervasdoué

 

 

 

 

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