Seguro que muchos de vosotros os encontráis entre esas personas que todo lo dejan para mañana. Mañana estudio, mañana empiezo el gimnasio, mañana empiezo la dieta, mañana esto, mañana lo otro… De ser así os encontráis en ese grupo de perfectos procastinadores.

procrastinar (1)Empecemos definiendo el concepto “PROCASTINAR”, esta palabra proviene del latín: pro, adelante, y crastinus, referente al futuro, postergación. Por tanto, la procrastinación es la acción de postergar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes y que son más agradables.

En realidad esta actitud de dejarse llevar temporalmente por nuestras filias y por nuestra parte más hedonista puede ser algo que no tenga porqué tener relevancia en nuestras vidas. Seguro que muchos de vosotros retrasáis en el tiempo innumerables tareas, ocupaciones y estáis acostumbrados a entregar papeles en el último día del plazo señalado, ir al dentista cuando ya no queda más remedio, empezar la dieta cuando por junio ves que asoma el michelín y la ropa se estrecha, o estudias cuando el examen está a una semana de distancia.

La pregunta ahora sería, ¿Cuántos de los que anteriormente os habéis sentido relacionados con los ejercicios de postergación que he comentado os sentís generalmente ANGUSTIADOS y con tendencia a la CULPABILIDAD PATOLÓGICA con respecto a esas conductas?

Multitud de personas son capaces de ir sobreviviendo en su vida cotidiana pese a ese postergar constante. Encuentran sus oasis de orden y cumplimiento en el trabajo, son capaces de obtener buenas calificaciones a final de curso aunque luego tiendan a dejar para el último día la entrega de la declaración de la renta o prepararse el examen en el día de antes.

Suelen recibir reprimendas de los que le rodean pero no cambian, están relativamente acostumbrados a salvar los muebles. Otros, en vez de sobrevivir dentro de un orden de vida relativo lo que hacen es malvivir y se mueven dentro del eje de los síntomas ansioso-depresivos, se sienten culpables y sumamente angustiados pero no son capaces de organizarse, adquirir hábitos y rutinas que les haga despegar de la procastinación, y es entonces cuando dejan de cumplir objetivos propuestos, metas marcadas, momento en el que también la autoestima acaba dañada y pierden las ganas de casi todo.

Mención especial merecen las nuevas plataformas de comunicación que actualmente nos inundan y cómo han engordado el peligro de la procastinación. Skype, Twitter, Facebook, Instagram son la peor de las amenazas para muchos jóvenes y no tan jóvenes que pierden horas y tardes enteras delante de sus deberes en blanco o de sus apuntes de oposiciones.

Según Linda Sapadin, psicóloga norteamericana y autora del libro “La dilación en la era digital”, hay seis tipos de procrastinadores:

  1. Perfeccionista: son poco realistas respecto al uso de tiempo y energía necesarios para realizar las tareas de mayor responsabilidad. Se exigen tanto y temen tanto al fracaso que tienden a posponer las tareas que comienzan o retrasan al máximo su finalización, ya que lo viven como una pesada carga.
  2. Soñador: quieren desesperadamente que la vida sea más fácil y agradable, por lo que retroceden automáticamente ante cualquier cosa que pueda ser difícil o estresante. Viven en sus fantasías, tendiendo a ser pasivos, prestando poca atención a los hechos y detalles, por lo cual tienen serias dificultades para centrarse o realizar tareas específicas. Además, sostienen la creencia de que son “personas especiales” para quienes el destino va a intervenir desde afuera para “acomodar las cosas”.
  3. Preocupado: al carecer de confianza en sus propias capacidades, tienden a evitar o retrasar las tareas. Son indecisos en general y con frecuencia se desentienden de aquellas decisiones postergadas. Dependen excesivamente de otros, ya sea para solicitar consejos, contención, cuidado y ayuda. Prefieren la seguridad de lo conocido y tienen una alta resistencia al cambio.
  4. Desafiante: ven la vida en términos de lo que los demás esperan de ellos o les obligan a hacer, no en términos de lo que ellos mismos quieren o necesitan hacer. Resisten la autoridad y utilizan la dilación como medio para desafiarla. Tienden al pesimismo y carecen de automotivación.
  5. Creador de crisis: cuando se enfrentan a una tarea indeseable pasan de un extremo a otro. Primero ignoran su responsabilidad y se dispersan pero luego se sienten atrapados por la situación y tienden a dramatizarla, convirtiéndose en el centro de atención. Se aburren fácilmente y se resisten a hacer las cosas de manera racional y metódica por considerarlo aburrido o tonto. Sienten la necesidad de probarse a sí mismos que viven en el límite.
  6. Hiperhacedor: sufren de baja autoestima, lo que les obliga a asumir más trabajo del que podrían manejar razonablemente. Tienen problemas para decir “no” o pedir ayuda. La indecisión los empuja a asumir tantas funciones y responsabilidades diferentes que fácilmente se confunden acerca de las prioridades y se distraen en las tareas específicas. Carecen de auto-disciplina, sobre todo en lo que respecta a las necesidades personales. Les resulta muy difícil relajarse sin sentirse culpables o avergonzados.

¡Tú, procastinador que nos lees! ¿Con cuál de estos perfiles te sientes identificado?

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