¿Existe relación entre los problemas de ansiedad y el suicidio?

 

Muchas personas han escuchado conceptos como la ansiedad social o la fobia social, pero no todo el mundo conoce realmente en qué consiste este trastorno, vamos a ponerlos un poco en contexto para que no se pierdan. Para empezar, comenzaremos considerando la ansiedad social como un problema psicológico común, que pertenece al grupo de los trastornos de ansiedad y que conlleva un deterioro funcional persistente en las personas que lo sufren.

La ansiedad social se caracteriza por un miedo marcado y persistente a situaciones sociales o públicas las cuales suelen derivar en vergüenza. Es el trastorno más frecuente dentro del grupo de ansiedad y según algunas estadísticas, es el tercer trastorno psiquiátrico más común después de la depresión y el alcoholismo.

En su origen, la ansiedad social suele comenzar en la infancia y/o adolescencia, y es habitual que aparezca como factor antecedente una historia de inhibición social o timidez. Las personas que padecen este trastorno tienden a evitar situaciones sociales debido a que el temor a la vergüenza provoque una ansiedad muy intensa.

La ansiedad social o fobia social se divide a su vez en dos subgrupos:

  • El Trastorno de Ansiedad Social Generalizada, en el que la mayoría o todas las situaciones sociales provocan miedo o ansiedad. Es el más frecuente y severo.
  • El Trastorno de Ansiedad Social Específica, donde las personas por lo general sufren ansiedad ante una situación social específica, como puede ser: hablar en público o escribir mientras te observan. Suelen ser los pacientes con menos tendencia a buscar tratamiento.

Por otra parte, una vez que sabemos con más profundidad en qué consiste la ansiedad social, ¿Qué relación puede tener con el suicidio?

El fenómeno del suicidio ha sido definido en distintas épocas y desde perspectivas diferentes. El suicidio constituye un importante problema de salud pública, estimándose que es la causa de casi la mitad de todas las muertes violentas. Es por esto, que resultan fundamental en la práctica clínica evaluar el potencial suicida que pueda tener un paciente tomando en consideración los factores de riesgo, que incluyen datos demográficos, trastornos psiquiátricos y patología médica.

La OMS estima que anualmente, un millón de personas cometen suicidio en el mundo, lo cual representaría una tasa anual de mortalidad por suicidio de 14,5 por 100.000 habitantes. En muchos países desarrollados, el suicidio está entre la segunda y la tercera causa de muerte en adolescentes y adultos jóvenes, siendo la 13º causas de mortalidad para todas las edades, en el mundo.

Dentro de los factores de riesgo suicida más determinantes encontramos la presencia de alguna psicopatología que confiera vulnerabilidad suicida. Este enfoque ha demostrado que los trastornos psicológicos están presentes en alrededor del 90% de las personas que se suicidan y contribuye en un 47-74% al riesgo de suicidio de la población.

Con todo lo dicho anteriormente, casi el 20% de los pacientes con trastorno de pánico y fobia social ha intentado suicidarse sin éxito, destacando el papel tan importante que tiene la depresión que a su vez aumenta el riesgo de suicidio. Un estudio donde se evaluaron los trastornos ansiosos como fobia social, fobia simple, trastorno de ansiedad generalizada, trastorno de pánico, agorafobia, y trastorno obsesivo compulsivo mostró, tras ajustar los resultados por factores demográficos y todos los otros trastornos mentales, que la presencia de cualquier trastorno ansioso se asoció significativamente con ideación suicida e intentos suicidas.

Además los análisis demostraron que la presencia de cualquier trastorno de ansiedad asociado a un trastorno del ánimo se asoció con una mayor probabilidad de intento de suicidio en comparación con un trastorno del ánimo solo. Por lo tanto, se ha visto que un trastorno de ansiedad preexistente puede suponer un factor de riesgo independiente para presentar ideación suicida y/o para intentarlo.

Después de leer toda esta información animamos a detectar la situación lo más temprano posible y acudir a un especialista que pueda proporcionar estrategias para poner solución a este problema tan común en nuestra sociedad.

Autora: Encarnita Jurado (psicóloga)

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