“Si yo me fío de ti, pero no de ellos”, “¿Con quién hablas tanto?, “Es que yo sé cómo son los hombres”, “¿Qué quería esa?”, “No son celos, cuido de lo que es mío”, “Me haces ponerme celosa”, “Lo nuestro también comenzó con una amistad”, “Seguro que van detrás de ti”, “Tengo celos porque te quiero”…

¿Cuántas veces no has escuchado este tipo de frases? Los celos son algo cada vez más común en nuestra cultura, configurándose como una emoción social que se está normalizando, quizá de un modo excesivo.

images (6)El término “celos” se refiere a la sospecha o inquietud porque la persona amada haya mude su cariño, poniéndolo en otra persona. Esa sensación o percepción de ser abandonado, implica una incertidumbre, desconfianza, ansiedad y altos niveles de estrés, que impulsan a la persona a controlar o querer mantener desesperadamente la atención del otro.

Los celos en términos de supervivencia tienen una función en nuestra evolución, concretamente en la niñez, cuando el ser humano depende de otra persona para garantizarle no sólo alimento y protección, sino cariño y atención. El bebé reclamará de su cuidador, con el que genera un vínculo muy fuerte, un amor incondicional que considera exclusivo y será adaptativo que sienta celos ante la aparición de hermanos, otros niños o adultos que le retiren su salvavidas físico y emocional.

Los celos en la adultez se asocian a inseguridad e inmadurez. De hecho, es más común que los celos aparezcan en etapa de la juventud y adolescencia, ya que es aquí donde el individuo se relaciona de modo más libre con su entorno, conforma su personalidad y desarrolla plenamente su autoconcepto, produciéndose un estado de ansiedad e inseguridad ante el miedo a perder la atención del ser querido. Esta etapa es transitoria a menos que el individuo no alcance su maduración emocional que le permita reducir la incertidumbre y tolerar la frustración de no ser el único para otra persona.

Es frecuente que los celos hagan su aparición especialmente en relaciones de pareja inestables, de manera puntual o en situaciones contextualizadas. Todos nosotros hemos sentido celos de nuestros hermanos, compañeros de clase, amigos, alguna pareja o conocemos a alguien que los ha sentido y no por ello estamos ante una persona celosa o enferma de celos. Sin embargo, cuando no hay control de esta emoción, de los pensamientos (desconectando de la realidad) y las conductas se vuelven impulsivas e irracionales, podemos hablar de un problema grave, conocido como celos patológicos, celotipia o trastorno delirante por celos.

La celotipia son celos incontrolados hacia la pareja que se basan en ideas no sólo exageradas o distorsionadas, sino también en ideas delirantes. Lo que más llama la atención es que los celos son irracionales y están fuera de contexto, llegando a pensar que su pareja es infiel con personas que no conoce o están fuera de su alcance (artistas, personajes políticos o televisivos), incluso con familiares o allegados que no entrarían en el plano íntimo relacional. Los celos son patológicos cuando se presentan sin tener una situación real que muestre la posibilidad de abandono, engaño o traición y no se presta a una argumentación o a una lógica. La consecuencia conductual será actuar impulsiva y obsesivamente, buscar permanentemente indicios de infidelidad, vigilar, perseguir, asociar hechos o situaciones para darle justificación a los celos…

Estadísticamente, los datos muestran que es más común encontrar este tipo de conductas en hombres aunque también se da en mujeres y puede llegar a interferir en las relaciones familiares, laborales o de amistad. La persona con celotipia busca demostrar su creencia de la infidelidad en razonamientos erróneos apoyándose en pequeñas pruebas como manchas en las sábanas, olores en la ropa, llamadas telefónicas, gestos y miradas cómplices o el tono de voz que es usado por la pareja. Todo esto tiene como consecuencia todo un repertorio de conductas de control hacia la pareja de tipo psicológico y/o físico, llegando a agredir a la pareja. Por esto, es necesario una rápida y adecuada intervención.

¿Cómo podemos reconocer un problema de celotipia? Algunas señales son:

  • Incorporación de un tercero imaginario en la relación de pareja.
  • El sujeto no tiene conciencia del problema.
  • La persona está permanentemente vigilante de situaciones cotidianas o revisando objetos personales de su pareja.
  • Percibe e interpreta hechos cotidianos de manera errónea, buscando siempre justificar una situación de infidelidad o engaño.
  • Imposibilidad de controlar impulsos, pensamientos, percepciones falsas.

Las personas que padecen de celotipia sufren mucho y hacen sufrir también a la pareja. Es frecuente que no puedan mantener relaciones durante mucho tiempo si no es a través del sometimiento y que finalmente acaben siendo abandonados al ser insoportable el control que ejercen en el otro. Cuando son abandonados, utilizan este hecho como argumento para justificar sus comportamientos y sustentar sus ideas delirantes. Una persona con este tipo de trastorno puede ser bastante funcional y tiende a no mostrar ningún comportamiento extraño en su vida, pero con el paso del tiempo puede verse abrumada por el efecto de las creencias anormales y los altos niveles de ansiedad.

Entre las causas que pueden ayudar a explicar el desarrollo de la celotipia, se encuentran:

  • En la niñez, el abandono por parte alguna o varias personas significativas.
  • Carencias de atención y afecto.
  • Haber sido discriminado, rechazado, criticado o comparado con frecuencia.
  • Maltrato físico.
  • Ruptura familiar traumática por el abandono del padre o de la madre.
  • Haber sido testigo de la infidelidad del padre o la madre.
  • Tener un pobre concepto de uno mismo y por tanto no creerse digno de ser amado.
  • Tener creencias negativas tales como: el amor no existe, la gente trata de aprovecharse de uno, el amor es sexo, amar porque es igual a sufrir, que los hombres son infieles por naturaleza y las mujeres son fáciles…
  • Haber tenido experiencias previas de infidelidad en otras relaciones.

Cuando los celos afectan a la pareja o a otros ámbitos, sería recomendable terapia psicológica para que ayude a la persona a trabajar sobre su autoestima, que es la clave que mantiene el problema.

Son celos cierto temor
tan delgado y tan sutil,
que si no fuera tan vil,
pudiera llamarse amor. (Lope de Vega)

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