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Procesos de duelo no resuelto por fallecimiento de seres queridos.
Afrontar la muerte de un ser querido, ya sea esperada o repentina, siempre es difícil y tremendamente doloroso.
Desde pequeños, la vida nos va enfrentando a situaciones de pérdida (tanto de personas como de objetos a los que estamos vinculados emocionalmente) que nos obligan a reajustarnos y redefinirnos nuevamente. Este periodo de reajuste es el que conocemos como DUELO.
Afortunadamente, en la mayoría de los casos, tras este proceso de duelo, superamos las pérdidas y continuamos viviendo de forma ajustada. Sin embargo, hay ocasiones en que el sufrimiento se cronifica en el tiempo, generando un gran impacto tanto en el doliente como en su entorno más cercano, principalmente en la familia (pareja, padres, hermanos e hijos).
Recomendaciones.
Es difícil concretar el tiempo que se considera que es necesario que pase para superar la pérdida de un ser querido ya que es un proceso en el que intervendrán variables personales e interpersonales que favorecerán o dificultarán su pronta resolución.
No obstante, podemos considerar que estamos ante un duelo complicado cuando la intensidad del sufrimiento que el doliente padece lo desborda, llegando a recurrir a conductas desadaptativas (aislamiento, apatía, consumo de sustancias,…) o se extiende en el tiempo por un periodo de duración superior a los dos años. La persona siente que es incapaz de rehacer nuevamente su vida y/o no para de recordar y lamentar constantemente la pérdida.
En tales casos, es recomendable solicitar ayuda especializada con el fin de ayudarte en varios aspectos:
- Asesorarte sobre las reacciones de duelo normal (muchas personas sienten que se están volviendo locas o que nunca volverán a ser felices).
- Aceptar la nueva realidad que supone la pérdida.
- Expresar y manejar los sentimientos ligados a la pérdida.
- Resolver aquellos problemas cotidianos ligados a la persona que ha fallecido (llevar la casa, mantener las relaciones familiares..)
- Facilitar la despedida del ser querido encontrando un nuevo sentido a nuestra vida.
También puede ser conveniente orientar a la familia para que comprendan que los estilos de afrontamiento de cada persona son distintos, existiendo grandes diferencias individuales entre los distintos miembros y que esto no es indicativo de grados de dolor. Con ello evitaremos estigmatizar al doliente y culpabilizarlo de su estado como si fuera “el único que hubiera perdido a alguien importante”.
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